Un soltero indomable by Christine Rimmer

Un soltero indomable by Christine Rimmer

autor:Christine Rimmer
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
publicado: 2009-03-31T22:00:00+00:00


Capítulo 10

Gabe estuvo a punto de no mirar la pantalla de la BlackBerry cuando se puso a vibrar.

Era tarde, pero se había quedado en el despacho repasando la información sobre un par de proyectos que Ash le había entregado para ver qué ramificaciones jurídicas tendrían que sopesar antes de seguir adelante con ellos.

Era un trabajo aburrido que requería muchísima concentración, lo que era de agradecer porque lo ayudaba a no pensar en Mary.

Lo más normal habría sido que no hubiera contestado a la llamada, pero algo le hizo alargar el brazo.

Al no reconocer el número que aparecía, le picó la cuidad y contestó.

—Gabe Bravo.

—Hola, soy Mary.

Mary. No se lo podía creer.

—Mary… —repitió sorprendido—. Hola —consiguió añadir—. ¿Le ha sucedido algo a Ginny? —dijo aterrorizado.

—No, tranquilo, Gabe, la niña está perfectamente —lo tranquilizó Mary.

Gabe sintió que su ritmo cardíaco se normalizaba.

—Ah, bueno, menos mal.

—No te llamo por Ginny, no quería asustarte, sólo quería… bueno, me gustaría pasarme mañana por tu despacho para que nos tomemos un café. Si te viene bien, claro.

—¿Por qué? ¿Qué ocurre?

—Es un poco difícil explicártelo por teléfono. Preferiría que nos viéramos y pudiéramos hablar cara a cara.

—Ahora mismo salgo para tu casa.

—No, no hace falta —protestó Mary.

—Estaré allí en media hora —le aseguró Gabe colgando el teléfono antes de que a Mary le diera tiempo de decirle que no fuera.

* * *

Gabe no quería aparecer en casa de Mary vestido de trabajo como si fuera en nombre de BravoCorp, así que se puso los vaqueros y la camisa que tenía en el baño del despacho, se apresuró a afeitarse y consiguió de milagro no cortarse, se puso un poco de loción para después del afeitado, se peinó y se sintió como un idiota.

¿Por qué era tan importante estar guapo para ir a ver a Mary? Porque no podía evitar albergar esperanzas de que hubiera cambiado de parecer, porque lo cierto era que quería que le dijera que se lo había pensado mejor y que quería tener algo con él.

Aquello era increíble. Bastaba con que Mary lo llamara por teléfono para que se comportara como un adolescente enamorado.

Una vez en el coche, condujo demasiado rápido, pero había poco tráfico y veintinueve minutos después de haber hablado con Mary, estaba aparcando delante de su casa.

Gabe apagó el motor. El sol ya se había puesto y no faltaba más de media hora para que se hiciera completamente de noche. Se fijó en que la luz del porche se encendía en el momento en el que se bajó del coche.

Y Mary abrió la puerta.

Estaba preciosa con sus vaqueros y una camiseta rosa.

Gabe entró, percibiendo su olor a jabón y a limón. Una vez dentro, Brownie acudió a recibirlo y él se agachó y le acarició la cabeza.

—Hola —lo saludó Mary cuando se hubo erguido.

—Hola —contestó Gabe controlándose para no tomarla entre sus brazos y besarla.

Y se quedaron mirando fijamente. Qué situación tan extraña e incómoda. Gabe sentía que la sangre se le agolpaba en las sienes y que le retumbaban los oídos.



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